Las niñas buenas
Las niñas buenas no gritan
Las niñas buenas lloran
pero en un discreto silencio
delicadamente, como para dentro
Las niñas buenas con falda
procuran que no se les vean los muslos
tanto menos las bragas
Las niñas buenas son estudiosas como tú
pero no hablan tanto
esperan pacientemente calladas
esperan y antes de nada
atienden y cuidan al de al lado
Las niñas buenas no interrumpen
¡Cómo se te ocurre!
Siéntate erguida y recta
y cierra las piernas
Rodilla con rodilla:
las niñas buenas no ocupan espacio
y estornudan diferente, así:
no hacen achús, hacen achís
Por supuesto, no eructan
ni bostezan a boca abierta
¡Para de morderte las uñas!
Que se te van a poner feas
(¿Y el día de mañana
cómo te harás la manicura?)
Las niñas buenas no se mueven mucho
podrían mancharse la ropa
o peor:
oler a sudor
Las niñas buenas tienen buena letra
En eso sobresales
pero deberías escribir más cartas,
felicitaciones y postales
para alegrar a amigos y familia
y no tanto poema incomprensible
con versos tristes
Deja ya de disgustar a tu madre
Las niñas buenas no contestan
ni hacen tantas preguntas
No seas quejica y protestona
Las niñas buenas obedecen
A las niñas mandonas,
marisabidillas y presumidas
nadie las quiere
Las niñas buenas no deben hacerse
rasguños ni moratones
porque deben pasar por la vida ligeras,
modestas y traslúcidas
como de puntillas
La fuente de inspiración para este poema ha sido ‘Bajo la lluvia’, de @BeatrizMinaya, recogido en su antología Asunto: Poesía, de la editorial Pie de Página.
No recuerdo haber saltado en los charcos
—siempre sensata, siempre prudente,
siempre esclava de las miradas ajenas—.
Me daba miedo mancharme
y arrastrar una pesada mácula
durante el resto de mis días.
De poco o nada ha servido:
al final me alcanzó el fango
y no por voluntad mía.
No renuncies a ensuciarte;
de todas formas vivir salpica.